Fundamentos de la Escuela Bíblica Nuestra Señora de Sion

 


La siguiente exposición contiene:

FUNDAMENTOS

1. EL PUEBLO DE DIOS Y LA BIBLIA.

El pueblo de Dios se fue constituyendo como tal, a medida que fue viviendo su fe e interpretando el mensaje de Dios que se hacía palabra en su historia. Más tarde, en los comienzos de la monarquía de Israel, surgieron los primeros escritos que buscaban legitimar la identidad, la historia y la tradición del pueblo que había optado por Yahvé como su único Dios.

A partir de allí, la historia del pueblo y la escritura serán inseparables. Ambas se iluminarán mutuamente. Los escritos se transformarán en el testimonio de fe del pueblo que, a lo largo de su historia, irá descubriendo la presencia y el actuar de Dios. Cada texto es leído desde una nueva situación en una constante actitud de resignificación de sentido. La Biblia, memoria del pueblo de Dios, se transforma en su más fiel testigo y, al mismo tiempo, en el criterio de juicio válido para evaluar la vida y la moral de ese pueblo.

Este espíritu estuvo presente también en los primeros tiempos de la Iglesia, que veía en los textos del pasado un anticipo y una promesa de Cristo. En este sentido, la Iglesia volvió a resignificar los textos bíblicos, aplicando a Cristo aquello que veía más conveniente para iluminar la fe y crecer en ella.

El pueblo de Israel en primer lugar y la comunidad cristiana después, reconocieron en las Escrituras el testimonio de fe más valioso en el cual apoyarse. Porque, gestadas por el pueblo desde la fe, se las reconoció como la misma palabra de Dios dirigida al pueblo.

2. EL CONCILIO VATICANO II.

Toda la historia de la Iglesia estuvo marcada por una constante lectura de la Biblia como palabra de Dios. Desde los primeros Padres, con sus diversos métodos de interpretación (alegórico, literal, y otros), hasta las interpretaciones más espirituales de los santos y fieles, la Biblia no dejó de inspirar la vida de los cristianos y de gestar movimientos que buscaran mayor fidelidad al mensaje que transmite.

En estos últimos tiempos, y a partir del Concilio Vaticano II, se ha dado un nuevo impulso a la lectura de la Biblia como alimento fundamental para la vida de los cristianos. El hecho de dedicar una Constitución Dogmática sobre la Revelación, con un capítulo dedicado a la Sagrada Escritura como lugar de la revelación, manifiesta que la Iglesia se hace eco de los esfuerzos de numerosos teólogos y biblistas que ya, desde hacía tiempo, habían asumido la Biblia como lugar de investigación al servicio de la teología.[Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática “Dei Verbum” 24]

Por otra parte, la Biblia comienza a ser estudiada utilizando las ciencias modernas y las nuevas técnicas de lectura e interpretación, pasando a ser, de esa manera, un objeto propio de estudio y no solo un elemento auxiliar de la teología. Por este motivo se deberá cuidar el modo de acercarse a ella, haciéndolo científicamente y con la ayuda de ciencias auxiliares.[Ibid. 12.]

3. EL DOCUMENTO DE LA PCB LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA.

Casi treinta años después del Concilio, el 15 de abril de 1993, la Pontificia Comisión Bíblica da a luz un documento llamado La Interpretación de la Biblia en la Iglesia. En él se dan pasos muy importantes siguiendo las orientaciones de la constitución Dei Verbum.

El documento hace una extensa presentación de algunos métodos, acercamientos y lecturas de la Biblia, presentando, en cada uno de ellos, sus valores positivos y sus riesgos. A la hora de encontrar los sentidos de un texto bíblico, la Comisión Pontificia reconoce que, junto al método histórico-crítico del que no se puede prescindir, deben utilizarse los métodos hermenéuticos, con el objeto de tornar más claro el mensaje contenido en la Biblia. Al considerar que la Biblia “es en sí misma interpretación”, es indispensable un proceso de interpretación, respetando al mismo tiempo su origen y el sentido que ella misma tiene. La lectura fundamentalista es considerada inadecuada.

Todos los miembros de la Iglesia deberían tener la oportunidad de interpretar la Biblia. Por eso es importante que se multipliquen los centros de estudio y de formación bíblica, para que la interpretación sea el producto de un trabajo serio.[Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, III B.3] Además, el Documento insiste en la necesidad del estudio y la formación junto con una mejor difusión de la enseñanza a través de diversos medios (clases, publicaciones, grupos bíblicos, centros de estudio, etc.) y la actualización de los contenidos que “se hacen sentir de un modo apremiante”.

4. LA NECESIDAD DEL PUEBLO DE DIOS.

A partir del Concilio Vaticano II —y un poco antes— el movimiento bíblico ha dado pasos tan importantes y trascendentes, que ya se lo considera un movimiento propio que está dando grandes frutos en las comunidades eclesiales. Además de formar a los fieles en el aspecto individual, ha generado numerosos grupos, asociaciones, centros de estudio y especialización, todos ellos con el único fin de “conocer más la Biblia” para interpretarla mejor y así llevarla a la vida. También son numerosos los libros, periódicos y publicaciones que tienen como objetivo principal la difusión de la palabra de Dios sin contar, además, el crecimiento de las traducciones y versiones del texto bíblico.

Todo ello manifiesta el deseo actual que tiene el pueblo de Dios de conocer y comprender la Biblia. Por esa razón no deben ahorrarse esfuerzos de parte de la Iglesia, para que la enseñanza de la Biblia llegue cada día a mayor cantidad de fieles. La multiplicación de centros, escuelas de investigación y de enseñanza bíblica colabora para que el pueblo de Dios se capacite y esté dispuesto a “dar razón de su esperanza”, superando cualquier lectura fundamentalista y evitando desvíos espiritualistas u horizontalistas.

5. LA NECESIDAD DE UN LUGAR CALIFICADO PARA EL ESTUDIO Y LA INVESTIGACIÓN BÍBLICA.

Por todo lo expuesto, consideramos necesario en el contexto de la Iglesia argentina, la creación de un centro o escuela en donde converjan docentes calificados y capacitados, se intercambien conocimientos y trabajos, y donde se pueda acceder fácilmente a una orientación bibliográfica para los que deseen emprender un trabajo más profundo de investigación o estudio. Todo ello con el objetivo de crecer en el amor a la Palabra y en el conocimiento de la misma.

La tarea intelectual es ardua y, muchas veces, árida y solitaria. La existencia de un lugar convocante no solo puede ser estimulante para realizar esa tarea, sino también tentadora para los docentes e investigadores, testigos vivos de la solidaridad intelectual.

6. LA ESCUELA BÍBLICA NUESTRA SEÑORA DE SIÓN.

La Escuela Bíblica Nuestra Señora de Sión, en la Arquidiócesis de Buenos Aires, tiene los siguientes objetivos:

  1. Brindar una formación bíblica sólida, con contenidos actualizados y docentes reconocidos por su capacidad y trayectoria en el ámbito de la investigación y la docencia bíblicas.
  2. Promocionar los estudios bíblicos como un desafío de trabajo en la unidad, ya sea en el seno de la Iglesia Católica como así también entre las otras confesiones cristianas y las grandes religiones monoteístas.
  3. Compartir los esfuerzos de investigadores, docentes y estudiosos de la Biblia.
  4. Ofrecer la posibilidad de acceder a bibliografía especializada y actualizada en Biblia a la que el pueblo de Dios pueda recurrir para enriquecer sus conocimientos.

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LA PEDAGOGÍA SIONENSE

1. ORÍGENES E INSPIRACIÓN

Los orígenes de la Congregación de las Religiosas de Nuestra Señora de Sión encuentran sus raíces en la ciudad de Estrasburgo, donde nació, en 1802, Teodoro Ratisbonne, en el seno de una familia judía bastante influyente. Educador nato, ya al comienzo de su juventud se dedicaba a la educación en una escuela para niños judíos, que había fundado su padre. Estudiante inquieto, Teodoro buscaba el sentido de la vida. Ayudado por una gran educadora de la época, Louise Hummann, Teodoro va encontrando respuesta a sus preguntas y a los 24 años encuentra a la persona de Jesucristo. Descubre en las Escrituras el amor de Dios por el pueblo, el pueblo de Israel: “Los diversos sentimientos de Jesucristo están siempre vivos en la Iglesia. Entre esos sentimientos, existe uno del que sois la garantía: hablo del amor que Jesucristo tenía por el pueblo de Israel.”[Tres retiros para religiosas, p. 84]

Veinte años más tarde, el 20 de enero de 1842, en Roma, su hermano menor, Alfonso, a raíz de una aparición silenciosa de María, recibe el don de la fe cristiana. A la luz de la palabra de Dios, Teodoro interpreta esta señal de María y, apoyado y estimulado por su hermano, funda en 1843, la Congregación de las Religiosas de Nuestra Señora de Sión. “Dios que nos inspiró estos sentimientos y que nos dio esta hambre y sed de la salvación de Israel, dará también, cuando llegue el momento, fecundidad a nuestra obra.” [Carta a Louise Weywada, 25/11/1856].

La inspiración del P. Teodoro se encarnó espontáneamente en la educación. Sus obras estaban abiertas a todos los medios y a todas las religiones: judíos, musulmanes y cristianos de diferentes confesiones. Dentro de la enseñanza católica de la época era una perspectiva innovadora, porque la gran exigencia del P. Teodoro estaba contenida en esta frase: “Permanezcan firmes en la fe sin pretender imponerla a los demás”.

Durante más de cien años, las religiosas de Nuestra Señora de Sión vivieron su vocación, sobre todo en las obras de educación. Después de la Shoah, es decir, la exterminación sistemática de los judíos durante la guerra de 1939-1945, y la promulgación de la declaración Nostra Aetate, fruto de la reflexión del Concilio Vaticano II, la Congregación toma una conciencia más profunda de los llamados y desafíos que contiene el carisma recibido de Teodoro Ratisbonne: “Dar testimonio en la Iglesia y en el mundo de la fidelidad de Dios a su amor por el pueblo judío y para apresurar el cumplimiento de las promesas concernientes a judíos y gentiles." A partir de ese momento los compromisos apostólicos se diversifican, pero la educación continúa siendo este el lugar privilegiado para vivir y transmitir el carisma de Teodoro Ratisbonne.

2. EL CARISMA.

“El carisma otorgado a Teodoro Ratisbonne es un don continuo del Espíritu a la Iglesia. A la luz del movimiento ecuménico y de los acontecimientos de nuestro tiempo, principalmente de las experiencias vividas por el pueblo judío, y al reflexionar sobre su origen y su misión, la Iglesia ha vuelto a descubrir sus raíces en la revelación de Dios a Israel.”[Constituciones, art 3]

La vocación de la Religiosas de Nuestra Señora de Sión se caracteriza por el lugar central que se le da a la Palabra de Dios en sus vidas. “Por medio de su Palabra, Dios nos revela su Nombre y su voluntad de Redención para el mundo. El Espíritu nos hace descubrir el vínculo que existe entre los acontecimientos concretos de la vida y esta Palabra: los acontecimientos hacen que la Escritura nos interpele y la Escritura nos revela el sentido de los acontecimientos y de la existencia humana.”[Constituciones, art 6]

Desde el inicio de la Congregación, la expresión del carisma incluye dos polos: la relación con el pueblo judío y la esperanza en el cumplimiento de las promesas para toda la humanidad. Esto quiere decir que el carisma incluye al mismo tiempo un compromiso para con lo “particular” que es el pueblo judío y un compromiso con lo “universal” que es toda la humanidad. Cuando Teodoro Ratisbonne expresó la vocación de Sión en estos términos, estaba profundamente enraizado en la palabra de Dios en la que encontró “inspiración y llamado apostólicos.” Si observamos la palabra de Dios en las Escrituras, vemos que esas dos orientaciones se encuentran unidas, forman una sola realidad. En Abraham, Dios llamó a una persona particular y, a través de ella, a un pueblo particular. Pero desde el comienzo la bendición apuntaba a “todas las familias de la tierra.” Este tema es retomado constantemente en las Escrituras: Israel está llamado a una cierta manera de vivir, a una vida según la Torá y, al vivirla, Israel es testimonio del Dios ÚNICO y “luz de las naciones”[Is 42,6]. Según el proyecto de Dios para el mundo, Israel —por vocación— no se puede cerrar sobre sí mismo, por el contrario, se vuelve hacia toda la humanidad.

La unidad de esta doble orientación se convierte en una realidad en la persona de Jesús de Nazaret. Como judío, vivió plenamente la particularidad de su pueblo. Después de su resurrección, hombres y mujeres de todas las Naciones son llamados a entrar en la Alianza de Dios. Así se realiza concretamente la dimensión universal de la vocación de Israel. Desde el comienzo, lo “particular” y lo “universal” son indisociables y la unidad de esta doble orientación fue confirmada definitivamente en la persona de Jesús.

Escuchar cómo el pueblo judío interpreta las Escrituras y la historia, puede ayudarnos a penetrar mejor “el acontecimiento Jesucristo” y sus consecuencias e invitarnos a la conversión. Por otro lado, la escucha cristiana del judaísmo y del pueblo judío puede interpelar a los mismos judíos a profundizar su compromiso de alianza con Dios. Este encuentro a partir de una mutua escucha, de un diálogo, puede estimular, al mismo tiempo, a los judíos y a los cristianos en lo que se refiere a una mayor fidelidad de sus respectivas vocaciones.[Fundamentos bíblico y teológico del carisma, Jerusalén 1992]

En consecuencia, por la naturaleza misma del carisma y vocación de la Congregación de Nuestra Señora de Sión, por la experiencia del itinerario recorrido desde la fundación de la misma, y porque el carisma otorgado a Teodoro Ratisbonne continúa siendo un don continuo del Espíritu a la Iglesia, consideramos que la Escuela Bíblica, se encuentra en sintonía con el carisma congregacional y responde a una necesidad real de nuestro medio y época.

 

 

CURRICULUM DE MATERIAS

1. FUNDAMENTACIÓN.

El diseño del curriculum de materias que pretenda vertebrar el plan de estudios de una Escuela Bíblica es una tarea compleja, porque el objeto de estudio es la Biblia, es decir, el libro que judíos y cristianos consideran sagrado y fuente de su experiencia religiosa. En efecto, la Sagrada Escritura es, sobre todo, el testimonio de la progresiva captación en el tiempo, sobre quién es Dios para unos y otros, y sobre su designo para la humanidad.

Últimamente la tradición cristiana ha insistido con mayor claridad, que la estructura esencial de la revelación divina “se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio.”[Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática “Dei Verbum” 2 ]. Ello no es producto de una exigencia humana, sino fruto de la condescendencia divina.

En armonía con este dinamismo esencial de la revelación, la misma Constitución Dogmática establece el modo adecuado de acceder a las fuentes de esa revelación y, en particular, a la Sagrada Escritura. Dado que “Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en el lenguaje humano, por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y Dios quería dar a conocer con dichas palabras (...) El intérprete indagará lo que el autor sagrado dice e intenta decir, según su tiempo y cultura, por medio de los géneros literarios propios de su época.”[DV 12]

En el campo de la investigación bíblica, esta tarea se está llevando a cabo, especialmente mediante el método conocido como “histórico-crítico”, si bien hoy acuden otros métodos y acercamientos a la Escritura que, trabajando complementariamente, ofrecen resultados muy fecundos para su interpretación.

El Documento de la Pontificia Comisión Bíblica reconoce explícitamente su validez: “El estudio diacrónico continúa siendo indispensable para captar el dinamismo histórico que anima la Sagrada Escritura, y para manifestar su rica complejidad.”[Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación, I A.4. En el mismo párrafo se valora también la inclusión en el método de un análisis sincrónico de los textos.] 

Los principios fundamentales de este método son los siguientes:

  1. Es un método histórico, no solamente porque se aplica a textos antiguos, sino también y sobre todo, porque procura dilucidar los procesos históricos de producción del texto bíblico, procesos diacrónicos a veces complicados y de larga duración. En las diferentes etapas de su producción, los textos de la Biblia se dirigen a diferentes categorías de oyentes o de lectores, que se encontraban en situaciones espacio-temporales diferentes.
  2. Es un método crítico, porque opera con la ayuda de criterios científicos tan objetivos como sea posible en cada uno de sus pasos (de la crítica textual al estudio crítico de la redacción), para hacer accesible al lector moderno el sentido de los textos bíblicos, con frecuencia difícil de captar.
  3. Es un método analítico que estudia el texto bíblico del mismo modo que todo otro texto de la antigüedad, y lo comenta como lenguaje humano. Sin embargo, permite al exégeta, sobre todo en el estudio crítico de la redacción de los textos, captar mejor el contenido de la revelación divina.

El método y los criterios que lo sustentan han guiado la elaboración del siguiente curriculum. A partir de allí se ha tenido en cuenta:

  • La necesidad de acceder a un conjunto de saberes auxiliares, como requisitos indispensables para una compresión de la Sagrada Escritura que pretenda seguir el itinerario propuesto por el método “histórico-crítico”.
  • La organización del plan de estudios en seis etapas, determinadas cronológicamente por el desarrollo de la historia del Oriente próximo entre el primer milenio antes de Cristo y los siglos I y II de la era cristiana.
  • El estudio de la literatura canónica (y, en algunos casos, extracanónica) en conjuntos relacionados estrechamente con los distintos momentos históricos del Israel bíblico.